Buscar que los demás también añoren el cielo o el reino de los cielos debe ser una meta constante de estos tiempos, una meta muy difícil que seguramente ayudará acá mismo más de lo que podrías imaginar, más seguido de lo que podemos suponer.
En estos tiempos difíciles es fácil que cualquiera pierda una buena perspectiva de la vida, incluso los cristianos, que podríamos sentirnos desanimados ante tanta convulsión en el mundo.
La juventud siempre es un grupo de gran riesgo en lo que concierne a pérdida de enfoque, pues los fuertes impulsos de esos años pueden llevarlos a cometer graves errores al sentirse confundidos, rechazados, fuera de lugar, etc.
Algo en lo que la gran mayoría fallamos por mucho tiempo es en no poner el cielo como nuestra meta principal. ¿Y para qué ir al cielo?, podría pensar el adolescente acongojado con estudios, bullying, pobreza o vacíos existenciales. Es allí dónde está el problema, allí hemos fallado y tenemos una enorme culpa por la omisión de revelar la belleza y alegría celestial a nuestros pequeños.
Fallamos en no mostrar a nuestros niños que después de esta vida en la tierra iremos a un reino hermoso y lleno de alegría... Un adolescente que ha crecido en el seno de una familia unida, amorosa y comprensiva, nunca va a optar por tomar caminos errados; podría cometer errores, quizás una y otra vez, pero nunca de manera adrede lanzarse a una vida disoluta que ha perdido todo enfoque en un propósito útil para la sociedad.
Un joven cristiano ha crecido con miras puestas en el servicio al prójimo y nunca debería olvidar que hay un cielo inimaginablemente hermoso esperando por él y todos sus conocidos.
No hay por qué sentir que la vida no tiene propósito. Todos debemos preocuparnos por cumplir con una misión amorosa en esta vida; y, mientras más personas seamos conscientes de la hermosa realidad que nos espera después de esta vida y nos preocupemos por revelar esta realidad a quienes han vivido en la incertidumbre, víctimas de las confusiones de esta vida, menos ideas funestas entrarán en la mente de la juventud, pues la tarea irá dando sus frutos.
Todos somos conscientes de que esta vida es en buena parte una lucha; la carne está propensa a sufrir mucho dolor, así que siempre debemos estar al tanto de las necesidades ajenas, especialmente de quienes han sufrido terribles infortunios que han nublado su mente y debilitado su capacidad de percibir que tienen un gran propósito en esta vida, para consigo mismos y para con los demás.
Sigamos con amor en la lucha por revelar el reino de los cielos, para conseguir que todos perciban la victoria que vence al mundo.
Dedicado a mi amiga Evelyn.